LA NACION accedió a las instalaciones del Inmae donde esta semana comenzaron los controles estatales.
Los últimos tres accidentes ferroviarios en la línea Sarmiento
dejaron un alarmante saldo de 55 muertos, 1200 heridos y tres
maquinistas procesados. Desde febrero del año pasado, los dos choques
en Once y el de Castelar empujaron al Gobierno a estatizar ese ramal y a
endurecer los controles de seguridad en toda la red. Finalmente, esta
semana el Estado se hizo cargo de las pruebas a las que son sometidos
los motorman.
Anteayer, en la sede del Instituto Nacional de
Medicina Aeronáutica y Espacial (Inmae), comenzaron a realizarse una
serie de pruebas para garantizar el estado de salud física y mental de
quienes conducen trenes en el ámbito metropolitano. LA NACION accedió
al lugar donde se llevan a cabo los estudios, similares a los que
atraviesan los miembros de la Fuerza Aérea y los pilotos comerciales.
Entre otras cosas se busca detectar alteraciones de sueño, adicciones a
drogas duras y trastornos psiquiátricos.
En los dos primeros
días, siete trabajadores de la línea Sarmiento fueron sometidos al
riguroso proceso, que dura unas cinco horas y comienza con la firma de
una declaración jurada vinculada a los antecedentes del paciente. Allí
constan enfermedades preexistentes, historial familiar y un registro de
toma de medicamentos.
DROGAS
Acto
seguido, los pacientes pasan al laboratorio, donde se toman muestras de
sangre y orina. Además de los estudios de rutina, este proceso
contempla la búsqueda de sustancias psicoactivas, siempre bajo el
consentimiento del involucrado. Se examina la posible presencia de
cocaína, marihuana, anfetaminas, metanfetaminas y benzodiazepinas
(sedantes, ansiolíticos, etc.) en el organismo en un lapso aproximado
de 15 días.
"Los pacientes que tuvimos hasta ahora mostraron una
gran colaboración. No hubo ninguna oposición, aunque sí se
sorprendieron con lo estricto de la evaluación", explicó a LA NACION
Omar Berro Curi, subdirector del Inmae. "Lo importante de esto es que
la gente entienda que todo apunta a su salud. Que cuidarlos a ellos
[los motorman] es cuidar al pasajero. Esto no es una cuestión policial,
sino una medida de protección de la salud", agregó.
El
siguiente paso del proceso es la "sala de aparatos". Allí se realizan
estudios oftalmológicos, un electrocardiograma, electroencefalograma,
audiometría y radiografías.
Terminada la parte física, comienza
la indagación en el ámbito psicológico. Se trata de una serie de
estudios neurocognitivos a través de los conocidos test "HTB",
"Bender", "Desiderativo", "Figura compleja del Rey" y "Toulouse". La
idea es determinar eventuales patologías relacionadas a la memoria
reciente, la atención y la inteligencia.
ESTUDIOS PSIQUIÁTRICOS
En
la última instancia, los motorman son entrevistados por un psiquiatra,
cuya tarea es indagar y detectar posibles conductas de riesgo. "Se
estudia los diferentes grados de agresividad, pero lo más importante es
identificar a los transgresores y a los impulsivos. No aceptar límites y
no respetar señales son actitudes que pueden derivar en problemas
graves dentro de este ámbito", sostuvo Berro Curi.
Estas pruebas
tienen lugar luego de un acuerdo entre los ministerios de Defensa y del
Interior y Transporte de la Nación. Sin embargo, al menos por ahora
impactarán sólo en el 15 por ciento de los maquinistas, dado que el
resto todavía tiene vigente su licencia anual, otorgada por médicos del
sector privado, según informó a este medio José Bucca, gerente de Salud
Ocupacional de los ferroviarios, quien también reconoció que hasta el
momento los trabajadores colaboran plenamente con la medida. "No se
trata de presionar a nadie, sino de cuidar la salud de todos", aseguró.
(La Nación - 07/11/2013)
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